viernes, 28 de febrero de 2014

BIOGRAFIA DE DEMETRIO RODRIGUEZ

Durante el siglo XIX, la Línea Noroeste fue una de las tierras más pródigas en la producción de caudillos civiles y militares. Este fenómeno está íntimamente asociado al papel protagónico que desempeñó dicha región durante la Guerra Restauradora como baluarte revolucionario, debido a su proximidad con la frontera domínico haitiana. Muchos de los militares que participaron en esta gesta, como Benito Monción, Juan Gómez, Diego y Gavino Crespo y otros, permanecieron en la región con parte de sus ejércitos y recursos bélicos, contribuyendo a divulgar de esta manera una cultura heroica y violenta, que se combinó con elevados niveles de pobreza.
En este entorno, de primacía de los caudillos en la esfera política, es que emerge la figura del general Demetrio Rodríguez, quien perteneció a una estirpe cuasi caballeresca cuyo supremo interés consistía, al igual que los genuinos caballeros de la Edad Media, en disfrutar de las aventuras guerrilleras.
En el general Rodríguez se cristalizan muchas de las virtudes inherentes a los caballeros medievalescos, tales como fidelidad a la palabra empeñada, la cortesía, el poco aprecio que siente por su vida, afición por la guerra, valoración de la fama por encima del dinero (“vámonos a ese escenario a hacernos grandes”, dijo en una ocasión), el convencimiento de que empleaba su arma por una causa justa, la admiración por los caballos, la práctica de la cacería en el caso de Demetrio era la lidia de gallos , la defensa a ultranza del honor ante cualquier ofensa, y sobre todo, la valentía.
Demetrio nació en el seno de una familia acaudalada el 18 de septiembre de 1866, en la pequeña aldea de Juan Gómez, Guayubín. Su padre, Bernardo Rodríguez, rico hacendado que podía contar las onzas de oro por sacos y vender centenares de reses de un sólo color. Su madre fue doña Petronila Peña de Rodríguez. Ambos realizaron esfuerzos descomunales por dispensarle una educación de calidad a su vástago.
En este empeño por sustraerlo del ambiente político, Demetrio, luego de realizar estudios iniciales en Guayubín, fue enviado a Mao donde estudió bajo la dirección del maestro cubano Rosendo Pardo; desde allí pasó a Montecristi, y más tarde, al colegio San Luis Gonzaga de Santo Domingo, bajo la dirección del Presbítero Francisco Xavier Billini. Posteriormente, sus padres lo enviaron a estudiar a un célebre colegio de la ciudad de New York. En 1889, Demetrio, junto a su familia, realizó un recorrido por Europa con motivo de la Exposición Internacional de París, que fue aprovechado por sus padres para inscribirlo en la universidad de Wesfalia, Alemania, para estudiar economía, y, aunque no llegó a concluir la carrera, es evidente que Demetrio alcanzó un nivel de instrucción muy superior al de todos sus compañeros.
Sin embargo, las querencias de Demetrio, así como su espíritu díscolo, lo condujeron de nuevo al país en 1894, para sumirse en la sórdida atmósfera de las revueltas rurales, y, al poco tiempo se incorporó a una acción conspirativa contra el orden autoritario instituido por Ulises Heureaux, lo que motivó su apresamiento. Pero Heureaux, conociendo la valentía e intrepidez del joven liniero, y como parte de su política de ofrecer prebendas a los provincianos sobresalientes, lo designó en 1895, administrador de Hacienda de Montecristi, y luego, secretario de la Gobernación de Moca. Al año siguiente, pasó a desempeñarse como secretario particular de Heureaux, con rango de capitán, y parte del Estado Mayor del tirano, cuyo máximo interés consistía en utilizarlo como fuerza de choque o gallo de pelea. En este último rol, Demetrio fue el edecán del general Heureaux en su postrero viaje a Moca, el 26 de julio de 1899.
La díscola etapa de juventud del joven Demetrio, aunada a la holgada posición económica de sus padres, le permitieron a este espíritu abierto y alegre disfrutar de todo tipo de placeres y satisfacciones, en función, claro está, de los patrones de diversión predominantes en una sociedad rural. Entre sus pasiones sobresalía su atracción por las mujeres, dejando una prole compuesta por siete varones, lo que le hubiera valido el título en España de “Hidalgo de Bragueta”, como ha observado Rufino Martínez.
En poco tiempo, y en un contexto en que la autoridad social descansaba en manos de los caudillos regionales, el general Demetrio Rodríguez se convirtió en la “primera espada” del jimenismo, siendo designado jefe comunal de Guayubín en 1901, luego de agotar un breve período de identificación con el horacismo que había propinado un golpe de estado al Presidente Jimenes, el 26 de abril de 1902.
A partir de este momento, y animado siempre por una mentalidad caballeresca, no hubo gesta en la que el general Demetrio Rodríguez no participara. En octubre de 1902, se le presentó al romántico General la oportunidad de manifestar nuevamente su reconocida valentía al integrarse al movimiento de oposición contra el régimen de Vásquez, que emprendió el veterano General y hacendado liniero Andrés Navarro. Uno de los más cruentos combates tuvo lugar en el Puente de Guayubín en el que Demetrio, con un reducido número de guerrilleros, logro abatir a los generales horacistas Rafael Abreu y Amadeo Tavárez, a pesar de que las tropas horacistas lograron finalmente imponerse, debiendo Demetrio acogerse a las garantías que le ofrecieron y fijar residencia en la ciudad de Puerto Plata. En abril de 1903, salió hacia Cuba, en calidad de exiliado.
A fines de este último año, al producirse la fusión de jimenistas y horacistas para derrocar los remanentes del lilisismo en el poder, bajo la égida de Alejandro Wons y Gil, movimiento conocido como La Unión, el general Demetrio, blandiendo la insignia del honor y la hidalguía, encabezó las huestes del primer agrupamiento que se desplazaron desde la Línea Noroeste hacia Santo Domingo, dando inicio de esta manera a la que ha sido ponderada como la etapa más activa y fulgurante de su accionar guerrillero.
Una vez Morales Languasco en el poder, el Rodríguez fue designado al frente de la Gobernación de la provincia de San Pedro de Macorís. Empero, la unidad de entre los jimenistas y Morales se resquebrajó rápidamente, tras el intento de este último de distanciarse de los primeros en aras de consolidar su poder personal, lo que dio inicio a la llamada Guerra de la Desunión. De inmediato, el general Rodríguez le encomendó al general Zenón Ovando la misión de sitiar la ciudad de Santo Domingo, para lo cual le entregó todos los recursos bélicos de que disponía la plaza, pero éste, de filiación horacista y en un acto de felonía, desplazó a Rodríguez del lugar, quien se vio compelido a replegarse a su cubil en Montecristi, debiendo franquear fuerzas hostiles en todo el trayecto, con apenas ochenta y tres hombres.
Tras hacer acopio de fuerzas en el noroeste, el general Rodríguez retornó de allí con su tropa ya rearticulada como Jefe Superior de Operaciones militares de la Guerra de la Desunión, librando uno de los más bravíos combates que registran los anales épicos nacionales contra su amigo de infancia, el Ministro de Guerra, general Raúl Cabrera, con quien, desde su estadía en la ciudad de Moca, mantenía profundos vínculos de amistad e incluso sostuvo relaciones afectivas con una de sus hermanas.
En la ruta hacia la provincia oriental, el general Demetrio se había batido con tropas adversas en Guerra, Bayaguana y Los Llanos. El enfrentamiento entre Rodríguez y Cabrera en Los Montones, San Pedro de Macorís, el 21 de enero de 1904, alcanzó ribetes caballerescos. De él da cuenta Juan Bosch en su romance “El combate de los Montones”. Antes de entrar en liza, entre ambos generales se produjo un interesante cruce de cartas, en una de las cuales el general Rodríguez, con su habitual hidalguía, intentó evitar el enfrentamiento bélico con su amigo Cabrera, pues estaba convencido de la superioridad y valía de los guerrilleros linieros, quienes peleaban espontáneamente, frente a soldados que lo hacían por obligación. “Te aseguro que si damos la pelea será cosa que dará lástima”, acota Demetrio. La respuesta de Cabrera no fue menos contundente: “¡Qué ironía! Si abandono yo el camino en el momento en que un enemigo tan formidable bajo tu mando viene sobre la población de San pedro de Macorís, he dejado yo de cumplir con mi deber y habría traicionado mi opinión (_) Tal vez a mi falte valor, a ti te sobra; pero a mi sobra la vergüenza”.
En la acción bélica, los guerrilleros del general Rodríguez aplastaron de manera contundente al ejército que comandaba el General Cabrera, quien recibió una herida letal, no obstante las previsiones que se adoptaron para impedirlo, además de perder una gran cantidad de armas, bagajes y pertrechos bélicos. Por esto, su muerte le causó una honda pena al general Rodríguez, quien tomó sin obstáculos la Sultana del Este.
Luego de numerosas escaramuzas en los alrededores de San Pedro de Macorís, los esfuerzos del general Rodríguez resultaron chasqueados, por lo cual se replegó nuevamente a Montecristi, tras lo cual entró en una etapa de holganza. Es evidente, que la reducida comprensión de los fenómenos políticos, le impidieron aprehender al general Rodríguez el imperativo que animaba a la facción horacista, encabezada por el general Cáceres, de apoderarse del poder y exterminar a los principales caudillos jimenistas, cuya máxima figura militar era precisamente el intrépido guerrillero liniero.
La obsesión por las aventuras condujeron a Demetrio a ofertar apoyo al Presidente Morales, quien se hallaba virtualmente prisionero en el Palacio, y al concretizarse éstas, con la llegada del buque Independencia, el general Demetrio despachó sus mejores fuerzas a la ciudad de Santiago, comandadas por los generales Miguel A. Pichardo y Andrés Navarro, y marchó a tomar la ciudad de Puerto Plata con fuerzas menores, donde fue enfrentado por el general horacista Jesús María Céspedes, con quien había establecido acuerdos previos y contaba con su eventual colaboración. A pesar de la virtual desventaja bélica y numérica, en dos ocasiones el general Rodríguez logró repeler exitosamente las fuerzas horacistas; pero el 2 de enero de 1906, al cruzar el llamado puente de La Guinea, en las afueras de la ciudad, el cuerpo de Demetrio recibió dos fulminantes impactos de bala.
Demetrio Rodríguez era nativo de la sección de Las Aguas, jurisdicción de Guayubín. Su Padre Bernardo Rodríguez era un rico de verdad. A su hijo lo mandó a estudiar a Alemania. Pero a Demetrio le gustaban los bailes, las jaranas, los gallos, los garitos y las faldas de las blancas, las morenas y las trigueñas.
Lilís que tenía ojos clínicos para detectar a los hombres de pelos en pecho. Lo sonsacó para incorporarlo en su Estado Mayor. En julio de 1899 en su último viaje, para visitar a Sánchez, La Vega, Moca, Santiago y Puerto Plata, Demetrio fue escogido como acompañante: pero la tarde del trágico 26 de julio en Moca, Lilís lo dejó en las afueras de la Ciudad del Viaducto y fue solo a encontrarse con la muerte cara a cara.

Se asegura que el padre de Demetrio para apartarlo de las luchas intestinas, le ofreció darle en onzas peluconas de oro, lo que su cuerpo pesara en una balanza. Con tal que se apartara del peligro de las balas. Demetrio no aceptó la paternal oferta y se convirtió en un guerrillero sagaz, valeroso, noble, desprendido, campechano y dadivoso.

Demetrio fue realmente lo que Joaquín Balaguer utilizó como título en una charla que pronunció en el 1957 en la Universidad de Santo Domingo “Un Héroe de Romance”.

Para el bravo de Las Aguas llegó el final, y el día 3 de enero de 1906, en el llamado “Puente de la Guinea” cerca de Puerto Plata, una bala mató a Demetrio.
Uno de sus fieles guerrilleros, que Candelario Jiménez se llamaba, lo levantó del suelo, lo cruzó sobre el lomo de su caballo y se encaminó hacia Las Aguas de Guayubín, para llevárselo a su padre Bernardo Rodríguez.
La musa popular le dedicó al difunto una estrofa: “Perdió La Línea un tesoro, la República una espada, murió Demetrio Rodríguez, quedó la Patria enlutada”.
Diomedes Antonio Olivo Maldonado     
 "Guayubin Olivo"
Si los premios al mejor lanzador tuvieran  un nombre se llamaran en su honor.



Lanzador más completo que ha pasado por la liga invernal de todos los tiempos
Guayubín lanzó en nuestros campeonatos desde 1951 hasta la campaña de 1963-1964, once temporadas, en las cuales se llevó el primer lugar en los siguientes departamentos:
- Más ponches en una temporada  1960-61                    -160
- Mas victorias de por vida                                                  -86
- Más ponches de por vida                                                   -742
- Más blanqueadas de por vida                                           -13

- Más Juegos completos de por vida                    -70
Su efectividad es la segunda mejor de por vida -2.11

Nació el 22 de enero de 1919 en Guayubín,  Montecristi. Formó parte del seleccionado nacional de béisbol que obtuvo la medalla de plata en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1946, evento que se celebró en la ciudad de Barranquilla, Colombia. Jugó como refuerzo en Puerto Rico, México y Colombia. El 28 de septiembre de 1947 jugó de forma breve con el equipo de los Leones del Escogido y logró un juego sin hit ni carreras ante los Tigres del Licey.

En 1951 durante el inicio del béisbol profesional dominicano jugó para el equipo de los Tigres del Licey y demostró sus excepcionales condiciones de lanzador zurdo. En 1951 y 1952 logró récord con 10 juegos ganados y cinco perdidos en cada una de las temporadas. En ambas ocasiones fue líder de efectividad con 1.90 y 1.33 respectivamente. El 29 de mayo de 1954 lanzó un partido sin hit ni carreras frente a los Leones de Escogido.

En la temporada de 1957 logró el récord de 10 juegos ganados y cuatro perdidos, con una efectividad de 1.84. Sus actuaciones en el béisbol invernal dominicano lo llevaron a firmar con la organización de los Piratas de Pittsburgh a los 40 años de edad. Un año después debutó en el béisbol de Grandes Ligas con la organización de los Piratas, con la que jugó durante las tres campañas siguientes.

En su primer año en las mayores no tuvo decisión en cuatro presentaciones, pero en 1962 logró cinco triunfos y una derrota, con una efectividad de 2.77. En 1963 pasó a los Cardenales de San Luis. En la temporada de 1961 del béisbol dominicano logró establecer el récord de 160 ponches en tan solo 142 entradas lanzadas.
Su última participación en el béisbol dominicano fue en la temporada de 1964 con 45 años de edad El 13 de febrero de 1964, hace hoy 48 años, La Montaña Noroestana, Diómedes Antonio Olivo (Guayubín) se retiró como lanzador activo del béisbol dominicano.

Guayubín, el Cy Young del pitcheo en la pelota nuestra, con su número 9 en la espalda, subió por última vez a la colina de los sustos del estadio Quisqueya, dejando registros imposibles de romper, como son las 86 victorias de por vida, blanqueadas 13, juegos completos 70 y ponches 742.

En 1963-64, Guayubín se fue por la puerta grande con 9 victorias, 3 derrotas, 2.37 de efectividad, en 14 juegos iniciados, de los cuales completó seis.
Anecdota (BR)
Revisando los 13 de febrero en la carrera de Guayubín, en 1959 en la serie final del campeonato 58-59 le tocó lanzar en rol de relevo en un partido ganado por los Leones del Escogido 4-2 producto de un jonrón de Felipe Rojas Alou en el quinto episodio. El Licey había empatado el juego a dos carreras ante los envíos de Fred Kipp, con un hit de oro de Patico Ramírez. En ese partido Guayubín Olivo relevó en el noveno y Juan Marichal lo hizo en el mismo episodio por el Esccogido.

Ese juego tuvo un matiz histórico, ya que antes del juego, si los Leones perdían quedaban eliminados, el teniente general J. Arismendy Trujillo Molina (Petán), fundador del Palacio Radiotelevisor La Voz Dominicana, reunió en la colina central a Guayubín Olivo y Felipe Rojas Alou para que se dieran un abrazo. Ambos jugadores se fueron a los puños en el segundo juego de la serie final. Petán, al dirigirse a Olivo y Rojas Alou, les dijo: "Esto es una demostración de que en sus pechos de atletas ejemplares no hay resentimientos por el incidente acaecido".

El Licey ganó la corona a la distancia de 9 juegos (5-4) para la dirigencia de Joe Schultz. El récord de Olivo fue de 4-2, 2.12 de efectividad en 21 juegos lanzados, 5 de ellos como abridor.

Olivo en 1964 tenía contrato con los Cardenales de San Luis, pero no hizo el equipo grande, terminando su carrera en las Mayores con 5-6, 3.10 de efectividad con en dos campañas con Pittsburgh y San Luis.
Tiene el récord de juegos ganados en la Liga Dominicana con 86, mejor promedio de ganados y perdidos con .652, juegos completos con 70, ponches propinados por vida (742) y en una temporada 160. Su efectividad por vida es 2.11 en 1,166.1 entradas lanzadas, superado sólo por el inmortal Juan Marichal (1.87 en 557.1 actos).

Fue el primero en lanzar juego sin hit ni carrera en la Liga de hecho lanzo tres. Arribó tarde a las Grandes Ligas -por motivos de la barrera racial- pasados los 40 años de edad, lo cual demuestra el gran talento que lo acompañó y lo inmenso de sus actuaciones en todos los circuitos en que lanzó. que lo convirtió en una de las leyendas del béisbol profesional nacional y especialmente con el equipo de los Tigres del Licey que lo bautiza con el mote de montaña noroestana. En 1973 fue exaltado al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano. En 2006, Los Tigres del Licey designaron su dugout con su nombre y develizaron una tarja en un acto donde se hizo el lanzamiento de un libro que reseña su labor en el béisbol. Murió el 15 de febrero de 1977, en Santo Domingo.


Guayubín: “cuna de la Revolución Restauradora”


El municipio de San Lorenzo Guayubín posee una de la más rica historia y un gran número de personajes heroicos que se destacaron durante la Independencia Nacional, la guerra Restauradora y por la Independencia de la hermana nación de Cuba.

Guayubín fue fundado por los habitantes de las poblaciones destruidas en el año 1606, de Las Villas de Montecristi, Puerto Plata, Bayajá y Yaguana. En la actualidad, el municipio y sus distritos ostentan una población de unas 50 mil personas.

Hace alrededor doce años surgió una interesante propuesta para elevar y enriquecer la historia: “La Plaza de la Cultura y de la Amistad de los Pueblos”, donde ondearán las 12  banderas de los países que han tenido incidencia en los diferentes procesos revolucionarios de la nación.

El mausoleo, que lleva 12 años de espera por la ayuda gubernamental, se construye en la zona donde el Apóstol  cubano José Martí  se reunió con el dominicano Máximo Gómez, para definir  aspectos específicos del programa de la Guerra por la Independencia cubana, denominado Manifiesto de Montecristi.

El miembro de la Plaza de la Cultura en Guayubín y defensor a ultranza de la historia local, Luis Jiménez, narró a nuestro multimedios DominicanosHoy que cuando ha recibido alguna  donación para el monumento,  inmediatamente compra una de las 12 banderas que integrarán la Plaza.

Jiménez reflexiona junto al equipo de este multimedios: “yo pensaba que lo más difícil sería conseguir los terrenos donde José Martí y Máximo Gómez se reunieron. Sin embargo, en 10 minutos, el empresario Félix García  los concedió. Aquí se haya la “Piedra Parida”, donde el Héroe Nacional cubano se sentó hace ya siglos. Pero, lo más importante es Guayubín es cuna de la Restauración y sitio donde se han originado muchos hechos relevantes históricos".

Igualmente, el historiador recuerda que desde el 1997, los integrantes de la Fundación  Plaza de la Cultura y Amistad de los Pueblos y diversos sectores del municipio de San Lorenzo de Guayubín vienen clamando: “como una voz en el desierto, para que el Gobierno dominicano aporte los fondos que permita la terminación de la edificación, ya que se ha ido deteriorando la parte de la instalación construida con el esfuerzo de la comunidad”.

Jiménez precisa que la fundación  logró conseguir más de 30 quintales de varillas y 25 planchas de aluzinc para la obra, pero  se están pudriendo expuestas a la inclemencia del tiempo.

Indicó, además, que pese a los  aportes de la propia comunidad, el gobierno no ha mostrado interés en rendirles tributos a los hombres y mujeres de los países que lucharon a favor de la República Dominicana desde este lugar.

Por su parte,  Héctor Ramírez, miembro de la Fundación Plaza de la Cultura,  señaló  que hace cuatro años atrás el levantamiento de la infraestructura tenía un costo entre RD$5 y RD$7 millones de pesos; pero, con el deterioro y el alza de los precios de los materiales de construcción se estima que para la conclusión de la obra haya que invertir entre los 15 o 20 millones de pesos.

Expuso que las organizaciones de San Lorenzo de Guayubín mantienen la esperanza de que el Estado dominicano comprenda el valor histórico del monumento y aporte los fondos para su terminación.

Entre las banderas que ondearán en el mausoleo figuran la Inglesa,  en honor a Teodoro Stanley Heneken, quien diseñó las calles de Guayubín y fue coronel del ejército  durante la Restauración; la francesa; la estadounidense; por los americanos que vinieron durante la gesta del 14 de junio; la española, la puertorriqueña; la nicaragüense, la costarricense, la venezolana, la haitiana por el apoyo a la Restauración y  la cubana,  por el gran lazo histórico y cooperación entre ambas naciones.